El consumo responsable se convierte en una herramienta de presión hacia las empresas. Sellos y etiquetas dan cuenta del respeto ecológico o el trabajo digno detrás del producto.
Imagen: sellos que promueven el consumo responsable y el empleo “verde”, una tendencia que crece.
Fuente: Saber Cómo - INTI. Por Adrián Choren, agchoren@inti.gob.ar - INTI Textiles.
Cuando existe un problema, las personas pueden tomar diferentes elecciones. La primera y la más fácil es alejarse, desinteresarse y sentirse desilusionado por la realidad, tratando de criticar desde afuera para no contaminarse con el sistema institucional. La segunda es tratar de vivir en forma individualista y sobreviviendo como se pueda de manera aislada, mientras que la tercera es involucrarse y comprometerse aun más, tratando de transformar las pequeñas cosas que están a nuestro alcance. La participación supone ser parte, tener parte y formar parte de aquello que se quiere transformar desde adentro. Esta participación, que tiene varias aristas, puede ser ejercida como usuarios. En esta línea, el consumo responsable está muy asociado a la libertad que tenemos para elegir, pero también a la formación e información que podemos tener acceso actualmente, gracias a las diferentes tecnologías de información comunicacional que están a nuestro alcance, y a las diferentes fuentes de información de organizaciones públicas o privadas que suministran datos.
La pregunta es si un usuario utilizaría objetos que contaminan el medio ambiente o indumentaria que se confecciona en talleres clandestinos, teniendo la posibilidad de poder diferenciar a las empresas responsables de las que no. El consumo responsable es una herramienta muy fuerte de participación que crece como tendencia desde la Unión Europea y otros países. Este “poder” de consumo se potencia con el etiquetado sobre aspectos como el ecológico o el trabajo digno, y las diferentes certificaciones que dan cuenta de un crecimiento de logos donde la diferenciación del producto ya no la hace tanto la calidad o el precio sino las condiciones por las cuales fueron hechas. Como consecuencia de este fenómeno de certificación, hay una excesiva proliferación de sellos y logos como “nuevas” formas de identificación de las características de un producto. De tal modo, reconocer los sellos es muy importante para poder tomar una decisión a la hora de ejercer presión desde los consumidores y poder hacer posible el cumplimiento por parte de las empresas de los estándares de derechos humanos. Como dice Norberto Bobbio, “el problema de los derechos fundamentales ya no consiste en su reconocimiento sino en la posibilidad de tornarlos efectivos”.
Participación como derecho fundamental
Ya en los derechos denominados de tercera generación, como por ejemplo del medio ambiente, expresados en la Declaración de Río de Janeiro sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992) -norma que constituye la vanguardia hacia la participación de todos los ciudadanos-, la participación está en íntima relación con el derecho ambiental. Su principio 10 dicta: “El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es la participación de todos los ciudadanos, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que ofrecen peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación del público poniendo la información a disposición de todos”. Es tan importante la participación del los ciudadanos que no se juzga el nivel de involucramiento: todos somos partícipes del cuidado del medio ambiente y su debida protección, por ejemplo, con la compra de marcas con sellos “verdes” o que protegen el medio ambiente, como forma eficaz de influir en las políticas empresariales. La única forma de promocionar y proteger los derechos básicos, tales como el derecho a un trabajo digno o al medio ambiente sano y equilibrado, entre otros, es el trabajo mancomunado de los integrantes de la sociedad con el fin de lograr una fuerte sinergia de fortalecimiento a través de las compras concientes de consumidores o instituciones públicas o privadas.
Por último, cabe señalar que si no viene de nosotros mismos el cambio, la queja permanente resulta estéril y lo único que hace es reafirmar la ignominia cómoda que adormece tantas acciones positivas que es posible concretar a fin de mejorar la calidad de vida y apuntalar el cumplimiento de los derechos humanos básicos. En tal sentido, el INTI -a través del Programa Compromiso Social Compartido para el sector de indumentaria- decidió desde el año 2006 certificar a las empresas que voluntariamente decidan ser auditadas por el Instituto para introducir las mejoras propuestas y de este modo obtener una certificación de responsabilidad social.
Acciones propuestas
Promover la participación y compromiso de los ciudadanos a partir de la compra sustentable, desde la formación y educación para el consumo.
Sensibilizar sobre temas de bien común donde se planifiquen acciones concretas de políticas públicas para darles herramientas a los ciudadanos con el fin de que éstos puedan identificar a las empresas socialmente responsables.
Fomentar el uso de logos que certifiquen toda la cadena de valor de un determinado producto, desarrollando el concepto de trazabilidad social que también puede ser usado para evitar falsificaciones de marcas.
Más información: www.inti.gob.ar/compromisosocial
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