Por Aldo Karagozian Director Ejecutivo de TN&Platex.
Ante la situación generada por las trabas a los embarques argentinos de aceite de soja por parte de China, es bueno aclarar que, a partir de algunas opiniones en las que se manifiesta que esta puede ser una represalia por la medidas antidumping impuestas a ese país por ciertas manufacturas que ingresan en la Argentina provenientes de allí, conceptual y técnicamente es un error pensar que esto pueda ser así.
Las medidas antidumping son una herramienta que tenemos los privados para defendernos ante el comercio desleal que practican algunos empresas (en sus países de origen) en determinados productos. El proceso antidumping en algunos casos puede llevar años, cada parte presenta sus pruebas y debe defender con datos ciertos sus posiciones. Por lo tanto, cuando finalmente se demuestra el daño efectivo (y esto no es así en todos los casos) y, con el proceso concluido, las partes deben aceptar la resolución. Además, por lo general esas determinaciones no son recurridas.
Sería muy ingenuo como empresario y desleal para con su país, si uno no utilizara estas herramientas legales. Estaría precarizando el empleo en su propio país y fomentando el empleo en el país de origen del dumping, vaya a saber uno en qué condiciones.
En este caso particular con China, sería temerario pensar que un país (como es la Argentina) que representa el 0,4% de su producción exportadora, pueda poner en riesgo cierto a un proveedor que le significa el 77% de su abastecimiento de aceite de soja (el principal insumo para la alimentación de su ganado porcino, que es a la vez el principal componente proteico para su población). La balanza comercial, que es deficitaria en divisas para la Argentina en su comercio con China, si es analizada desde el punto de vista del empleo también es deficitaria en decenas de miles de puestos de trabajo: u$s 1 millón de exportación de aceite de soja significa un puesto de trabajo, mientras que u$s 1 millón de importación de manufacturas, implican la sustitución o pérdida de 25 puestos de trabajo.
No permitamos que esta situación, generada seguramente para conseguir alguna ventaja comercial, nos enfrente al falso dilema de optar entre el campo y la industria.
También llama la atención la actitud de nuestro principal socio comercial queriendo sacar ventaja de esta situación coyuntural. El Gobierno hace muy bien en defender a sus exportadores de aceite de soja, pero también hace muy bien en no entregar ningún sector industrial, a cambio de favores comerciales.
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