Las prendas "de autor" ganan espacio en los locales mientras los negocios multimarca les cambian la cara a los barrios porteños.
Fuente: Clarín
Hace cuatro años, la diseñadora textil Gretel Laurence tuvo una idea: revitalizar el uso de las pantuflas dándoles un estilo propio y transformar en un negocio lo que había empezado siendo un hobby. Así nació Floripondias, un calzado que reversiona las pantuflas de nuestras abuelas y las convierte en otra cosa, en un objeto de deseo tan distinto a las tradicionales chancletas que no se vende en zapaterías ni en casas de lencerías, sino en tiendas de diseño. En 2007 fabricaba 200 pares por mes y hoy llega a los 24.000 pares anuales de estas pantuflas festivas y originales que se venden en 90 locales multimarcas del país.
Gretel no es la única con ideas innovadoras. De hecho, un relevamiento realizado por el Observatorio de Tendencias del INTI y la Fundación Pro Tejer da cuenta de que existen al menos 150 empresas que producen indumentaria de diseño de autor en todo el país. Este segmento emplea directamente a 3.250 personas y factura $250 millones al año.
"El diseño de autor es sinónimo de innovador y original. Estos diseñadores se diferencian de las tendencias internacionales a través de la investigación morfológica de las prendas, las texturas y los materiales, volcando una impronta personal en sus creaciones", dice Sofia Marré, una de las autoras del relevamiento.
Laureano Mon, la pata INTI del estudio, aporta que "se trata de micro y pequeñas empresas que apuestan a hacer crecer sus negocios vendiendo sus prendas mayormente en las principales ciudades del país, como San Miguel de Tucumán, Mendoza, Rosario, Córdoba y los barrios de Palermo, San Telmo y Recoleta".
"En el 2003 había un clima muy especial para este tipo de iniciativas," cuenta Min Agostini, diseñadora de prendas femeninas.
"Arranqué armando un pequeño perchero para presentar en una feria, fenómeno muy común en aquellas épocas. Con una inversión mínima de $3.000, abrí mi primer local-taller que hoy aun mantengo en Palermo. Con el tiempo sumé uno más en la Recoleta. La exclusividad es uno de los puntales del diseño de autor. "No produzco grandes cantidades, más bien hacemos ediciones limitadas de prendas muy cuidadas y pensadas", dice Agostini.
Una de las características de estos nuevos diseñadores es que son pocos los que cuentan con local propio de venta al público. La mayoría ofrece sus productos en tiendas multimarcas, en los que sus prendas conviven con las de otros diseñadores. Este tipo de negocios ganan espacio en San Telmo, donde la mayor parte de la ropa se vende bajo esta modalidad (ver infografía). En cambio, en Recoleta y Palermo predominan los locales individuales. Los multimarcas se manejan con tres esquemas. Una alternativa es comprarle la producción directamente al diseñador, otra es tener las prendas en consignación y pagarle al autor una vez que se vendan descontando una comisión y la tercera es subalquilarle al diseñador un perchero dentro del local para que pueda exhibir y vender sus prendas.
Germán Langg se formó como diseñador gráfico en la UBA. Con la marca que lleva su nombre produce ropa de hombre y mujer, apuntando a un público formal "pero con una vuelta de innovación y diseño". Sus prendas se consiguen en algunos multimarca de Palermo y San Telmo, pero, además, el diseñador cultiva otra de las variantes elegidas por estos creativos: la venta en el showroom.
"Los multimarcas generan mayor movilidad del producto y posibilitan una visualización de la marca, pero económicamente reditúa más vender directamente. En Brasil es muy común que el diseño de autor se compre puertas adentro, en el showroom o atelier del diseñador.
Pero el consumidor local aún está acostumbrado. Acá todavía genera inhibición; los clientes se sienten obligados a comprar si generan una cita. Sin embargo, el sistema funciona muy bien una vez que ya conocen el producto y saben que en el showroom siempre algo van a encontrar", cuenta Langg.
Según el diseñador, "en el público local no hay una masa importante que consuma diseño de autor". Este segmento brotó tras la crisis de 2001, pero con la prosperidad económica, el mercado volvió a propuestas más tradicionales.
"En las épocas buenas resurgen las grande marcas y el público tiende a buscar seguridad ahí. Pero sigue habiendo clientela tanto extranjera como local, ávida de comprar prendas de diseño", sostiene Langg.
La falta de visibilidad de la marca es percibida como el mayor obstáculo que enfrentan los productos de diseño, dice Langg. A esto se suma la escasez de mano de obra calificada en el sector de la confección.
El peso que va ganando el sector en la Argentina puede verse en la feria Puro Diseño. Se realizó por primera vez en 2001, con 11.000 visitantes y 83 expositores. Diez años después tuvo 300 diseñadores y más de 90.000 visitantes y 1.200 comerciantes del interior y del exterior a la pesca de nuevos autores. "Antes, el diseño sólo se utilizaba para diferenciar el producto, mientras que en la actualidad, es una necesidad básica si se quiere tener un negocio competitivo", afirma Marcela Molinari, directora de la feria. Explica que el crecimiento de la muestra, y del diseño en general, "se relaciona con la aparición de una variedad de carreras de diseño que comenzaron a dictarse en distintas instituciones y universidades". Según datos del Ministerio de Desarrollo Económico porteño, en la ciudad hay 30.000 estudiantes en las carreras vinculadas con el diseño.
La expansión de esta industria también puede verse en el Centro Metropolitano de Diseño (CMD), ubicado en lo que fue el antiguo mercado del pescado en la Barracas. En un edifico moderno y armoniosos funciona este centro de capacitación que requirió una inversión de $60 millones. Allí se dictan desde talleres para quienes buscan un oficio hasta programas de apoyo al comercio exterior. Uno de los programas estrella es el INCUBA que les brinda a las empresas nacientes la protección de una incubadora. Hay 34 empresas instaladas allí, en el espacio que el Gobierno de la Ciudad les cede por un año con servicios de consultoría para ayudarlos a perfilar mejor su negocio. Además de Floripondia, otra de las empresas que está allí es Totebag, que diseña bolsas reusables para reemplazar a las de cartón o plástico. "Son bolsas resistentes con mucha capacidad de carga", explica Lorena Nuñez, alma mater del proyecto junto con su prima Natalia. Empezaron vendiendo las bolsas en tiendas de diseño y en 2010 dieron el salto corporativo. Con acuerdos con compañías como Philips o Falabella, tienen previsto pasar de fabricar 10.000 en 2010 a 40.000 este año.
"Las industrias creativas son las que le dan mayor valor agregado a la ciudad. El 10% de la economía porteña tiene que ver con esto" dice Enrique Avogrado, director del CMD, y cuenta que "el centro es la avanzada de un futuro distrito de diseño a nivel productivo, no comercial, que queremos desarrollar en Barracas".
En el CMD también está Caracolores, una empresa familiar que desde 2006 produce trajes de baño para niños y adolescentes. "Hace dos años empezamos a tener un crecimiento vertiginoso y ya estamos en 140 locales en todo el país", cuenta Paola Carbone. Uno de los motivos por los que ingresaron programa INCUBA fue para preparar el terreno para exportar.
La mira está puesta en el Caribe y en Europa, para aprovechar la contraestacionalidad y darle así un ciclo de continuidad a la producción.
Caracolores fabrica 20.000 prendas por temporada y se apresta a lanzar dos nuevas marcas, una para preadolescentes y otra para nenes mayores de cinco años, ya que hasta ahora se perfilaba hacia las nenas.
Para Paola, el principal obstáculo al que se enfrenta su empresa es la falta de financiamiento. Recién este año cumple con los requisitos de antigüedad que el banco le exige para calificar para un préstamo.
Antes había tenido que recurrir a créditos personales para financiarse. "Tengo mucha más demanda de la que puedo abastecer y lo que me frena es la falta de financiamiento", cuenta.
"Este segmento encuentra su cuello de botella en la falta de crédito y en la necesidad de mano de obra calificada y capacitación en gestión empresarial, producción y comercialización. En este contexto, el Estado, las ONG y las empresas juegan un rol fundamental para garantizar la sustentabilidad en el tiempo, brindándoles herramientas adecuadas a sus demandas", señala Mon.
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