jueves, 4 de noviembre de 2010

Textil Escalada supera el peso de su historia

Después de más de 30 años de permanecer cerrada y bajo custodia de obreros comprometidos con su pertenencia laboral, la Hilandería Textil Escalada de la localidad tucumana de Los Ralos, volvió a funcionar como cooperativa y hoy recibe el apoyo del INTI.

Fuente: INTI

Conocida por sus luchas y compromiso social, Los Ralos es una comuna rural del Departamento Cruz Alta, ubicada a 22 kilómetros de la ciudad de San Miguel de Tucumán. El nombre se asocia con una característica de su vegetación: pastizales o “ralos” dentro del bosque autóctono.

Después del cierre del Ingenio Los Ralos en 1966, que dejó a más de 2.000 personas en la calle, allí se inauguró, el 4 de diciembre de 1967, la Hilandería Textil Escalada, cuyo origen se remontaba a la década del ‘40 y que llevó maquinaria usada para elaborar hilo con el algodón obtenido en las plantaciones de la zona. Para ello ocupó a cerca de 120 obreros, en tres turnos de 8 horas cada uno y producción continua. La planta fue establecida en un depósito remodelado por la firma Helguera Paz de Tucumán. En 90 días se trasladó, instaló y puso en marcha la línea de producción, con maquinaria fabricada por Talleres Coghlan en 1962, y que se usó poco tiempo en Brasil y luego se trajo a la provincia. Aunque se proyectó instalar otra línea de procedencia suiza, esto no se concretó. Sí se trasladó una desmotadora de algodón desde el Chaco a Los Ralos para facilitar el aprovisionamiento de materia prima obtenida en la zona (Estación Aráoz, Cruz Alta, Agua Dulce y Los Puestos), con el asesoramiento y monitoreo de la textil y la sociedad SAIT. En Los Ralos, entre 1967 y mediados de 1969, funcionó nuevamente la estación ferroviaria, donde se descargaba el algodón en bruto y despachaban los hilados.

Crónica de una toma anunciada

Las actividades resultaron afectadas por el denominado “Operativo Tucumán”, supuestamente encarado para diversificar la producción y atenuar la desocupación en la provincia tras los cierres de 11 ingenios azucareros, resuelta por el gobierno de facto presidido por el Gral. Juan Carlos Onganía. El 21 de octubre de 1969, por los despidos de una decena de trabajadores en 12 meses, el personal resolvió un paro por tiempo indeterminado para reclamar las reincorporaciones de sus compañeros, que tuvo repercusión nacional. Para ese entonces, los despidos sumaban 64 personas. A pesar de que ciertos problemas gremiales fueron solucionados, el 31 de diciembre de ese año clausuraron la fábrica, y 20 obreros tomaron a la fuerza el lugar en defensa de la fuente laboral. Esto hizo que la familia Lamuraglia, propietaria de la misma, dejara la provincia y accionara judicialmente. Aquellos trabajadores fueron desalojados por unos 300 policías y en 1972, tras una prolongada lucha en la que participó todo el pueblo de Los Ralos, el gobierno nacional decidió la expropiación y la reapertura posterior bajo gestión estatal, que se prolongó desde 1973 hasta 1978. Con el golpe militar, secuestraron a delegados comunales y obreros; éstos no sólo corrían el riesgo de ser despedidos sino que estaba en riesgo sus propias vidas.

La gente siguió trabajando, prácticamente gratis, hasta que no tuvo otra alternativa que ir a la huelga y en determinado momento disponer una nueva toma pacífica. Con la excusa de que daba pérdidas, la dictadura presidida por Jorge Rafael Videla decidió el cierre. Entonces resultaron secuestrados 15 pobladores de Los Ralos, de los cuales 10 u 11 pertenecían o habían trabajado en Escalada. Las siluetas de los desaparecidos fueron dibujadas sobre la entrada de la planta, para que nadie los olvide. Desde el cierre hasta la reapertura, la planta estuvo custodiada por ex trabajadores, quienes se organizaron durante casi tres décadas para cuidar lo que entendían les pertenecía. Hacían turnos rotativos y dormían en el lugar para evitar los robos.

Del cierre a la cooperativa

Con el programa “Manos a la Obra” del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el apoyo del gobierno provincial, se encaró la reapertura el 16 de abril de 2008. Para ello suministraron las máquinas de coser industriales y los insumos, contrataron los capacitadores y la citada cartera compró la producción final.

En Los Ralos vivían 12.000 habitantes, de los cuales 4.000 eran económicamente activos, incluidos los 1.500 trabajadores temporarios que se desempeñaban en la recolección de limones y la zafra de la caña azucarera. De 600 a 700 percibían planes sociales para desocupados; 400 eran empleados estatales, y 2.900 mujeres desempeñaban tareas domésticas en la capital provincial. La tasa de una desocupación era del 25% promedio.

La actual Textil Escalada comenzó a funcionar como una cooperativa integrada por 105 personas de la zona, de entre 20 y 55 años, en su mayoría jefas de hogar desocupadas, y pocos varones. A ellos se los capacitó, en principio en corte y confección, y en administración y contabilidad. En la primera etapa se organizó un taller para confeccionar los guardapolvos que compraría la Nación, para el programa homónimo del Ministerio de Desarrollo Social, iniciado en 2005. Esto originó la firma de un acuerdo marco del organismo con el INTI para que asumiera las responsabilidades de la asistencia técnica y el control de la calidad de la producción, y el mantenimiento y reparación de las máquinas. Inicialmente, la formación se hizo en Jujuy, en la Cooperativa Los Capaces del Movimiento Tupac Amaru. Después, en Tucumán, donde se incorporaron trabajadores a fines de 2008, capacitados por el Instituto en la confección y terminación de prendas, con la participación de profesionales de INTI-Textiles, durante unos 6 meses, los 3 primeros en todo lo relacionado con la costura y el uso básico de máquinas industriales. El Centro INTI-Tucumán estaba naciendo y se involucró en los controles de calidad de las medidas y en las terminaciones. Seguidamente, se avanzó con el mantenimiento y la reparación de máquinas. Alejandro Torres, un técnico contratado por el Instituto, enseñó todo lo vinculado con las cuatro máquinas fundamentales para el programa: recta, overlock, ojaladora y botonera, y el mantenimiento, la reparación y la puesta a punto del equipamiento de manera tal que no se requirieran servicios técnicos externos. INTI-Tucumán creó una Unidad Técnica Textil, que abarcó además, Jujuy, Chaco, Santiago del Estero y Catamarca, sobre la base de una idea principal: “la democratización de los conocimientos”, para que en determinado momento todos los emprendimientos se independicen de servicios de mantenimientos mecánicos externos.

En la Cooperativa de Trabajo Textil Escalada ahora trabajan 55 personas, en dos turnos de 6 a 8 horas por jornada, de lunes a sábados. El salario, en un primer momento, se fijó en una retención del 15% sobre las ventas de la cooperativa destinada a la formación de capital propio. Tavex Santista Textil (ex Grafa), ubicada en Famaillá, que ocupa a 900 personas, hasta ahora no suministra las telas.

El programa hace llegar entre 5.000 y 6.000 cortes cada 30 a 45 días y en el mismo camión se lleva lo confeccionado y facturado al primer día hábil de cada mes. Este número se incrementa de a poco, ya que la textil está produciendo, en forma paulatina, volúmenes cada vez más grandes de guardapolvos. Cada trabajadora gana un básico -sin contar presentismo y premios extra- de 1.300 pesos promedio, de acuerdo con su ritmo de producción. Se prevé lograr próximamente un ingreso promedio de 2.000 pesos por persona, a raíz de 200 guardapolvos por turno cada día. También está previsto que las tareas de corte comiencen a fin de año para cubrir las necesidades locales, ya que para proveer a otros lugares deberían hacerse unos 35.000 cortes mensuales. La cooperativa será la dueña del emprendimiento y se espera que los gobiernos nacional y provincial la acompañen un tiempo para posteriormente dejar que el personal la maneje.

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