El consumo mundial de algodón ronda los 25 millones de toneladas anuales y el 85% se concentra en el hemisferio norte que no produce el algodón necesario para abastecer a la industria.
En este favorable escenario, la rentabilidad de nuestra cosecha de algodón está siendo gravemente amenazada por un insecto: el picudo. Los primeros focos de esta plaga se registraron en 1993 en el puente Tancredo Neves, en la Triple Frontera.
Tres son las provincias argentinas fuertemente algodoneras. El Chaco ya está infestado seriamente mientras que Santiago del Estero y Santa Fe aún pueden conservar buenos rendimientos si logran erradicar esta plaga. Es necesario que el Chaco también mejore sus rendimientos y suprima la plaga.
En efecto, muchos productores del Chaco, a pesar de los precios récord que se pagaron este año, están repensando su intención de sembrar algodón el año próximo debido a que algunos han tenido pérdidas de hasta el 80 por ciento en su producción por no haber tomado a tiempo las medidas apropiadas.
El año pasado, la Fundación de Lucha contra el Picudo Algodonero (Fulcpa) difundió insistentemente mensajes radiales con consejos sobre la conveniencia de combatir al picudo mediante trampas con feromonas e insecticidas apropiados. Desgraciadamente, debido a la falta de capacitación de los productores, a la desidia de algunos de ellos y a cierta inacción de algunas autoridades, se pagaron altos costos.
Adaptando las técnicas usadas tanto en EE.UU., primer productor mundial que ya erradicó la plaga, como en el estado de Bahía (Brasil), donde la Fulcpa elaboró tecnologías con un proyecto financiado por el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
Quienes siguieron estas indicaciones y utilizaron las feromonas de producción local alcanzaron excelentes rendimientos con un costo adicional de sólo 100 dólares más por hectárea. Se estima que el costo total "por picudo" en nuestro país este año roza los 100 millones de dólares, teniendo en cuenta las pérdidas de producción, los insecticidas y otros insumos utilizados para controlarlo.
Por otro lado los productores del oeste del Chaco se han agrupado para defender su producción y organizar a su vez a los desmotadores a fin de aplicar las medidas básicas que permitan detener la invasión de millones de picudos que avanzan desde el centro de la provincia.
Para evitar este grave problema, deberá asegurarse la provisión comercial de feromonas, trampas, e insecticidas de baja toxicidad para el ser humano pero efectivos para el control del picudo.
La feromona funciona como atractivo sexual para machos y hembras en los lugares de apareamiento y es un poderoso instrumento para detectar zonas de refugio donde sobreviven en la temporada sin cultivos. Colocadas en trampas 60 días antes de la siembra, alrededor del lote de algodón, atraen a los picudos y permiten su eliminación directa mientras que el resto es exterminado por aplicaciones a los bordes del lote, más económicas.
Trabas burocráticas
Vale la pena destacar que la feromona importada comercialmente no se consigue actualmente en la Argentina y que para registrar la nacional el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) impone largos y burocráticos procedimientos. Las trampas deben colocarse en agosto/septiembre y esta situación complica seriamente el panorama de lucha contra la plaga.
En este mismo sentido, se impone con urgencia el lanzamiento de una intensa campaña de capacitación, especialmente destinada a los miles de productores medianos del Chaco que sufrieron serias pérdidas este año y que son quienes más sufren el impacto, para que sigan sembrando algodón, y entre los de las otras provincias algodoneras, para que realicen las tareas de prevención que eviten los mayores costos que implica la presencia de este insecto. A este fin, es muy importante tomar las medidas necesarias para destruir el rastrojo en tiempo y forma, pues, de no hacerlo, se continúa ofreciendo alimento a los picudos sobrevivientes, que se reproducen en proyección geométrica.
En la Argentina, el costo de producción de algodón es de los más bajos del mundo. A la tecnología de última generación utilizada se le deberían sumar las mejores semillas. Los excelentes precios de este año, duplicaron los del año anterior y nos permiten hablar de una cosecha récord. Todos los actores deberán comprometer su mayor esfuerzo para que la amenaza de esta "superplaga" no perjudique los próximos rindes. Si no se logra su control, la industria textil que es una actividad muy sensible a los costos, también pagará las consecuencias.
Es de esperar que las autoridades y los organismos del Estado involucrados encuentren la manera de destrabar la importación y comercialización de las feromonas así como el registro de su versión local y la difusión de cómo combatir al insecto. No dejemos que el picudo destruya la importante cadena de valor de la que dependen cientos de miles de puestos de trabajo.
Jorge Eduardo Vartparonian para LA NACION
El autor es presidente de la Fundación de Lucha contra el Picudo Algodonero y vicepresidente de la Cámara Algodonera Argentina.
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