lunes, 17 de octubre de 2011

Diseñadora alemana crea un tejido con proteínas de leche

Anke Domaske, investigadora principal y diseñadora en Qmilch, utiliza las proteínas de la leche para crear un producto totalmente natural y respetuoso con el medio ambiente en forma de fibra. A pesar de que su producto fue ampliamente debatido, ganó un premio a la innovación en la Semana de la Moda de Berlín.



La industria textil está dando pasos de gigante en materia de investigación, para dar con nuevos tejidos 100% ecológicos. Una de las últimas en sumarse a este tipo de iniciativas fue la joven alemana Anke Domaske.

Con tan sólo 28 años, desarrolló un tejido a partir de una proteína de la leche, que bautizó con el nombre de QMilch. El resultado es una fibra natural libre de químicos. "Hemos desarrollado una fibra totalmente natural que consiste en una concentración muy alta de caseína, con otros ingredientes naturales, en sólo dos años", explicó la creadora. El tacto de esta tela es similar a la seda, aunque su precio es mucho inferior.

Por el momento, la diseñadora dio vida a una colección cápsula con este tejido para la firma Mademoiselle Chi Chi, en la que combina las fibras de leche con lanas.

El proceso de Domaske es ecológico y no tira la leche, sino que utiliza únicamente leche secundaria, agria o en mal estado, que ya no es apta para el consumo humano. Después, la convierte en fibra mediante una técnica que la empresa se negó a divulgar. Estas fibras pueden combinarse con algodón o fibras sintéticas, pero cuando se utiliza solo la fibra de vaca, el tejido resultante es totalmente biodegradable y antialérgico.

Domaske afirma que las posibilidades de esta fibra son infinitas, pues servirían no solo para nutrir la alta costura de un tejido innovador, sino también para utilizarla en los tejidos de la ropa de cama de hospitales, el interior de los vehículos ¿Lo mejor de todo? El proceso de producción: sin productos químicos o pesticidas.

La fibra de leche lleva utilizándose hace años bajo nombres como: Milkofil, Aralac, Merinova o Lanatil. Sus primeros usos proceden de Italia y los Estados Unidos en el año 1930, en parte, para ampliar el suministro de tejidos en tiempos de guerra, de la lana y el algodón.

Así, no es un invento de la microbióloga de Hanover, como ella misma reconoció para medios como el Huffington Post: Sin embargo, tras sus rumores, Domaske remarca: "Yo nunca dije que la fibra de la leche es un invento nuestro. Lo que sí podemos afirmar que, a diferencia de las otras fibras anteriores de la leche, la fórmula Damaske reduce drásticamente el tiempo, agua y productos químicos requeridos para su fabricación".

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